Esta pequeña imagen que pertenece a un particular, es de autor anónimo y puede datarse del siglo XVII.
La restauración se dividió en diferentes fases. Para comenzar se asentó la policromía de los pies, pues corría riesgo de desprendimiento a la hora de ser retirada la imagen de la cruz. Igualmente se asentó la policromía de la cruz.
La imagen posee ojos de cristal con forma de semiesferas, pero éstos se habían desprendido de sus sus órbitas, por lo que se procedió a su colocación.
La imagen presentaba oxidación de barniz que le daba una tonalidad amarillenta, así como restos de cola y repintes en la parte trasera de la imagen, ya que la cruz había sido repintada. La limpieza y la eliminación de barniz se llevaron a cabo mediante métodos químico y mecánicos.
Las principales grietas que presentaba el Cristo eran las estructurales de los hombros. Se procedió a despegar los brazos del torso, se eliminaron los restos de cola antigua en ambas zonas, y una vez limpios, se volvieron a colocar. El mismo procedimiento se llevó a cabo en la unión de la cruz del patibulum con la stipes.
Las grietas longitudinales que poseían los brazos se cerraron con pasta de madera y estuco.
La imagen tenía perdidas en total seis falanges de los dedos, por lo que se realizó la anastilosis con pasta de madera Araldit.
Se estucaron aquellas zonas donde presentaba pérdida de preparación, así como las grietas que la imagen tenía en la unión de los brazos y las nuevas falanges de los dedos, y finalmente se reintegró, primero con pintura al agua, y una vez barnizado, con pigmentos restauro.
El montículo presentaba gran acumulación de polvo y suciedad. Se procedió a la limpieza y se restituyeron con pequeños trozos de corcho aquellas oquedades donde se había perdido corcho original.
Por último se limpiaron los clavos con ácido para eliminar los restos de óxido y el orfebre Gustavo Larios realizó dos nuevas cabezas de clavos para las manos.
